Hoy hablamos con Sonia García, Psicóloga especialista en Psicología de la salud.

Sonia García tiene su consulta en nuestro Centro Médico Avenida Barcelona en Santiago de Compostela

Así que empecemos por el principio, Sonia, háblanos de la Sonia niña, ¿soñaba ser psicóloga?

Desde que tengo uso de razón y, especialmente, tras una vivencia personal a edades tempranas, recuerdo soñar con ejercer en el ámbito de la psicología. Soñaba con ser una profesional muy cercana a sus pacientes, exitosa y comprometida con su trabajo. A raíz de tal experiencia y desde la etapa escolar, la psicología siempre fue mi aliada, ayudándome a escuchar y entender mi yo interior (pensamientos, miedos, inseguridades) y a alcanzar niveles óptimos de funcionamiento, tanto a nivel emocional, como comportamental.

Y esa Sonia niña ¿Cómo se imaginaba la psicología?

La Sonia niña se imaginaba la psicología desde una perspectiva muy amplia y superficial, en la que el objetivo siempre era disminuir el malestar de las personas, a modo de una ciencia exacta en la que la fórmula siempre sería la misma para cada paciente, a pesar de las particularidades de cada caso.

En la actualidad y gracias a mi formación, esa concepción carente de muchos aspectos, ha sido enormemente ampliada entendiendo que, si bien siempre hay un objetivo común a toda terapia psicológica, los objetivos específicos son propuestos en función de la particularidad de cada caso. Por otro lado, la comprensión del comportamiento humano, es un aspecto complejo que abarca variedad de dimensiones interrelacionadas entre sí y cuya relación permite realizar un análisis funcional de cada caso. Además, con el fin de obtener resultados exitosos, resulta especialmente importante mantenerse constantemente actualizada en lo referente a las manifestaciones y tratamientos psicológicos, a través de nuevas investigaciones que se encuadren en el marco de la ciencia basada en la evidencia y contrastadas por los mejores expertos del campo. De este modo, ejercer la psicología de un modo exitoso, requiere una serie de conocimientos y habilidades que se nutrirán de la experiencia y paso del tiempo.

¿Y se parece ese sueño a la realidad de la ya Psicóloga Sonia?

A nivel personal e íntimo, me considero una persona cercana, altamente empática, altruista y con habilidades sociales y comunicativas que me permiten entablar relaciones satisfactorias con las personas de mi entorno. Dichas cualidades, extrapoladas al campo profesional, son fundamentales para el establecimiento de un vínculo terapéutico gratificante y reconfortante para el paciente. De esta forma, la ya Sonia psicóloga, es muy similar al sueño de Sonia niña en cuanto a cualidades personales y profesionales.

Por otro lado, mi trayectoria, tanto académica como personal, me ha permitido desarrollar ciertas fortalezas que para el ejercicio de la profesión como psicóloga, son conocidas por su influencia positiva en la relación terapéutica. En este caso, estamos hablando de inteligencia emocional (identificación, regulación y expresión de emociones), capacidad de autorrevelación de vivencias personales bajo un contexto adecuado, capacidad de resolución de problemas y tolerancia a la frustración, mayormente.

¿Por qué a qué se dedica un Psicólogo?

¿Cuáles crees que son las habilidades que debe tener un Psicólogo?

La relación entre un psicólogo y cada uno de sus pacientes, alude al término de Relación de Ayuda, relación en la que el profesional atiende la solicitud de ayuda del paciente para optimizar su funcionamiento, enfrentarse a cuestiones del día a día promoviendo, a su vez, el crecimiento y desarrollo personal. Bajo este término, las habilidades que todo psicólogo debe tener y que, considero, fundamentales para optimizar la relación de ayuda, entre otras, son:

  • Capacidad de escucha activa.
  • Empatía, como el elemento clave de la relación terapéutica.
  • Autenticidad, como herramienta de cercanía.
  • Respeto por el paciente, sus ideales y creencias, entre otras.
  • Inteligencia emocional y un buen manejo de emociones, propias y del paciente.
  • Paciencia y tolerancia a la frustración, entendiendo la intervención terapéutica como un proceso susceptible de modificaciones y sin un tiempo límite establecido.
  • Y un largo etcétera.

Además de estas cualidades esenciales de todo buen psicólogo, a nivel personal, considero mis habilidades comunicativas, mi asertividad, altruismo y capacidad de resolución de problemas, aspectos que inciden, de un modo significativo, en mi capacidad de adaptación a nuevos entornos, así como en mi capacidad de establecer relaciones terapéuticas gratificantes, tanto para el paciente, como para mí como profesional. Por otro lado, considero fundamental el desarrollo personal del terapeuta para que la relación de simetría entre ambas partes se nutra de un crecimiento y evolución personal continuo. De esta forma, que el terapeuta evolucione en sus capacidades de desarrollo personal y conocimiento de sí mismo, en cuanto a fortalezas y debilidades, potenciará, a su vez, las capacidades vinculadas con su trabajo.

Asimismo, basando la respuesta en la psicología positiva, una de mis habilidades y fortalezas que llevan a considerarme una buena profesional, es mi pasión por aprender. La pasión por la Psicología me llevó a desarrollar motivación de logro y, en consecuencia, a perseguir el objetivo de obtener una adecuada formación para la realización de terapias exitosas. Esto me lleva a consultar, constantemente, información relativa a la eficacia de diferentes tratamientos para cuadros psicopatológicos diversos o a la realización de formaciones, con el fin de no permanecer enraizada en información desactualizada.

En la Psicología existen diferentes especialidades, ¿Cuáles son en la que tú eres especialista?

La Psicología, como ciencia que integra el nivel biológico y el nivel social del entorno cuyo objetivo es el estudio y comprensión del comportamiento humano a través de los procesos mentales y las correspondientes dimensiones que los conforman (cognitiva, emocional y conductual), constituye una disciplina amplia en la que la complejidad del comportamiento humano, las diferentes orientaciones, ámbito de aplicación y/o población de estudio, entre otras, dan lugar a una elevada variedad de especialidades.

Centrándonos en la orientación, podemos encontrar la psicología cognitivo-conductual, la psicología sistémica, la psicología positiva o la psicología psicoanalítica, entre otras. Si bien el objetivo de cada disciplina es, mayormente, compartido por todas, el análisis y abordaje de cada patología le otorga un matiz diferencial a cada una de ellas.

Si nos centramos en el ámbito de aplicación, encontramos una amplia variedad de especialidades, como la psicología del trabajo y de las organizaciones, la psicología clínica y de la salud, la psicología de la educación, la neuropsicología, la psicología social y comunitaria, la psicología jurídica, la psicología de la actividad física y el deporte, etc. En el Centro Clínico de Avenida de Barcelona, trabajamos bajo el enfoque de la psicología clínica y de la salud, con el fin de evaluar, detectar, diagnosticar, intervenir y emitir un pronóstico, sobre las alteraciones psicológicas que puedan generar malestar o sufrimiento en las personas.

Finalmente, en base a la población de estudio y las particularidades de las problemáticas presentadas, la psicología abarca la psicología familiar y de pareja, la psicología infanto-juvenil, la psicología de la adultez y la psicología de la vejez.

Personalmente, mi especialidad hace referencia a la psicología clínica infanto-juvenil, destinada al estudio de las afecciones propias de las etapas de la niñez y adolescencia, así como a la administración de técnicas e instrumentos diseñados para la población en cuestión y la correspondiente patología de cada caso particular. Demostrada la importancia de las experiencias que tienen lugar durante esta etapa del crecimiento, la vulnerabilidad que me transmite esta población y las posibles dificultades de expresión emocional que presentan debido a la falta de conocimiento y experiencia, hacen que mi empatía alcance niveles muy elevados con los menores. La vocación personal hacia la niñez y adolescencia, me lleva a empatizar de un modo particular con tales etapas evolutivas debido a una experiencia personal similar a la de muchos de los menores cuyos padres demandan atención psicológica. Además, si bien en la mayor parte de las demandas opto por su abordaje desde el marco cognitivo-conductual, en función del caso, mi capacidad de adaptación me lleva a adoptar una orientación flexible con el fin de satisfacer las necesidades del paciente y familiares.

¿En qué momento hay que acudir a terapia?

En primer lugar, no considero que se pueda establecer un punto clave en el que toda persona deba identificar que es el momento idóneo para acudir a terapia ya que, en tal caso, acudiríamos a una homogeneización y sistematización del sufrimiento humano, sin atender a las particularidades e individualidades de cada persona. Las distintas variables que rodean a las personas ejercen una influencia determinada y particular en cada una de ellas de manera que, el sufrimiento humano, no se puede tratar como un continuo en el que, a partir de cierto valor, igual para todos, se debe acudir a terapia.

A pesar de lo expuesto en el párrafo anterior y, con el fin de ayudar a la gente a identificar cuando debe acudir a terapia, sí que puedo señalar algunas situaciones susceptibles de pedir ayuda psicológica, con el fin de optimizar el día a día, la adaptación y el desarrollo de cada persona. A lo largo de nuestra vida, enfrentamos situaciones complejas que requieren de la búsqueda de soluciones alternativas y de la movilización de nuestros recursos. No obstante, otras situaciones, algunas iguales y muchas de ellas diferentes para cada particular, nos generan sentimientos de frustración, incapacidad, incomprensión e, incluso, inutilidad, bloqueando nuestra capacidad de resolución de problemas y atacando a nuestro equilibrio y bienestar psicológico, social y/o emocional. De esta forma, cuando esto interfiere en nuestro funcionamiento cotidiano y nos provoca un malestar intenso, tomar la decisión de iniciar un proceso psicoterapéutico, implica tomar conciencia de la problemática, así como de los recursos que cada persona presenta para enfrentarla, aliviando, en consecuencia, las emociones negativas.

¿Cómo afecta una pandemia a la psicología humana?

La pandemia provocada por el COVID-19 ha constituido tanto un problema de carácter biológico, médico y social. Según un informe científico publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el primer año de la pandemia de COVID-19, la prevalencia de la ansiedad y la depresión ha aumentado un 25% en todo el mundo.

La aparición de una nueva enfermedad de fácil transmisión, con prevalencias muy elevadas en la población mundial y con graves consecuencias para parte de la misma, es justificación más que suficiente para que se produzcan manifestaciones psicológicas de ansiedad, temor, inseguridad, tristeza o irritabilidad, entre otras.

No obstante, unido a esto, las medidas necesarias adoptadas para el enfrentamiento a esta problemática, haciendo especial énfasis en el aislamiento, han provocado en la población cambios sustanciales en su vida diaria. Asimismo, el miedo a contagiarse, el escaso contacto social, el dolor por la pérdida de seres queridos, la soledad, la participación limitada en la comunidad o la recepción constante de información, en ocasiones, distorsionada; han retroalimentado algunas manifestaciones psíquicas, como ansiedad y estrés, que se encontraban bajo niveles adaptativos y comprensibles, convirtiendo tales emociones en síntomas de un cuadro psicopatológico de mayor gravedad como trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, trastornos adaptativos e, incluso, trastorno de estrés postraumático.

Niños, edad adulta o ancianos, ¿Cómo le ha afectado la pandemia a cada uno de ellos?

En la etapa de niñez y adolescencia, el sentido de pertenencia y la aprobación de los iguales, son aspectos fundamentales para el desarrollo de los menores. Durante el COVID-19, este grupo de edad ha experimentado un estado prolongado de distanciamiento social y aislamiento físico de sus pares y familiares, lo que ha impactado negativamente en el bienestar psicológico de niños y adolescentes. Su respuesta a una situación de crisis depende de diversas variables como su exposición previa a una situación similar, problemas de salud física y mental, las circunstancias socioeconómicas de la familia, etc. Tras la pandemia, se han observado altos niveles de estrés, así como un aumento de ansiedad, depresión y de los síntomas características de los mismos (irritabilidad, pensamientos suicidas, conductas agresivas, etc.), y mayores tasas de abuso de sustancias adictivas para el manejo de emociones negativas. Incluso se han disparado las cifras que hacen referencia a los trastornos de la alimentación debido, en parte, al mayor consumo de internet y la permanente exposición a las redes sociales.

 

En la adultez, la preocupación por la propia salud y la de los seres queridos, la incertidumbre sobre el futuro y el temor al contagio, han aumentado significativamente los niveles de ansiedad y estrés de los adultos, pudiendo verse afectada, a su vez, la calidad del sueño. Asimismo, las restricciones en las actividades cotidianas, así como las llevadas a cabo en el entorno laboral, la pérdida de empleo y las consecuentes dificultades económicas o el aislamiento social, han contribuido a aumentar las cifras de depresión en los adultos. Por otro lado, la pandemia ha aumentado y/o modificado las responsabilidades laborales y personales, pudiendo causar estrés, agotamiento mental y emocional e, incluso, un aumento del consumo de sustancias.

 

En cuanto a la tercera edad, este último grupo ha sido el que ha experimentado, en general, las tasas más altas de aislamiento social y soledad, asociándose con una variedad de resultados negativos para la salud mental (trastornos depresivos, en su mayoría), especialmente, en aquellos con enfermedades crónicas previas, que dependían del apoyo y cuidado de su entorno más cercano o que utilizaban centros religiosos, comunitarios y residenciales en su día a día. Asimismo, tanto la pérdida de seres queridos próximos en edad, como las restricciones y sobrecarga del sistema de atención médica, aumentó el estrés, el temor al contagio, la ansiedad y la tristeza en las personas mayores.

La Psicología es un tema que suscita un alto interés en la población, hace años era un tema tabú y raramente se hablaba de manera natural como hoy en día, ¿a qué crees que es debido ese cambio?

A la hora de hablar de salud mental, es imprescindible considerar la presencia de un estigma social. Si bien la prevalencia de alteraciones psicopatológicas ha incrementado en los últimos años, fruto de las exigencias de la sociedad actual, de una mayor demanda de atención psicológica por parte de la población, de la mejora en los procesos diagnósticos o de la visibilización de los trastornos psicológicos; quizás el mayor número y, a su vez, la mayor presencia de enfermedades físicas en la población general, han sido aspectos claves en la recepción de una mayor atención y cobertura por parte de las instituciones públicas. No obstante, según datos ofrecidos por la Organización de Naciones Unidas, solo un promedio del 2% del presupuesto destinado a la salud se asigna a la salud mental.

Este último aspecto, unido a ideas erróneas y arraigadas acerca de quién sufre algún trastorno psicológico, es clave para entender la interiorización por parte de la sociedad de una serie de concepciones hacia estos pacientes diagnosticados, que únicamente los etiquetan, los clasifican y los discriminan siendo, los propios pacientes, víctimas de una violencia indirecta por parte de la sociedad al ser receptores de rechazo social.

Hoy en día, la psicología ya no es considerada un tabú debido a un cambio en la percepción pública y a un mayor entendimiento de su importancia. A lo largo de los años, se ha avanzado en la concienciación sobre la salud mental y el bienestar emocional, lo que ha contribuido a reducir el estigma asociado a la búsqueda de ayuda psicológica. Además, se ha demostrado la validez e importancia de la psicología en una amplia gama de problemas y ámbitos como la educación, la empresa o los servicios sociales, como en el funcionamiento de las personas en su día a día. Asimismo, el padecimiento de algún trastorno psicológico por parte de personas públicas y reconocidas, han acercado a la sociedad a la psicología de manera que, la sociedad, ha reconocido la utilidad de la psicología en la promoción del bienestar y la resolución de problemas, contribuyendo a su aceptación.

Según diversos estudios (ESEMED, 2006; Gázquez-Linares, 2008; Moreno y Moriana, 2012), más del 20% de la población sufrirá algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida, aproximadamente el 30% de las consultas de Atención Primaria son por motivos psicológicos, destacando sobre el total de los problemas mentales los trastornos depresivos (35,8%), los trastornos de ansiedad (25,6%) y las somatizaciones (28,8%).

Cuando tenemos un problema psicológico como depresión, por ejemplo, intentamos convencernos con la frase típica de “mañana será otro día” y sí, mañana es otro día, pero en la mayor parte de los casos el problema persiste, pero además ¿a qué afecta pasar por un trastorno y no tratarlo adecuadamente?

En el campo de la salud mental, la detección temprana y la consecuente intervención del trastorno precoz, es esencial para garantizar un buen curso y pronóstico de la psicopatología. Si bien este aspecto no garantiza la obtención total de resultados exitosos, reduce significativamente la probabilidad de cronificación de la sintomatología, proceso impregnado de emociones negativas para mayor parte de la población y que otorga una mayor complejidad al proceso terapéutico.

Por otro lado, un curso prolongado del trastorno, puede dar lugar al fenómeno de la somatización, definido como el proceso en el que un trastorno o síntoma psicológico produce trastornos o síntomas corporales o físicos. En los trastornos ansiosos y depresivos, por ejemplo, la somatización es altamente frecuente y, por lo general, los pacientes rechazan la explicación psicológica de sus síntomas, otorgándole mayor gravedad e importancia a los síntomas físicos a pesar de que, su origen, resida en el plano psíquico. La presencia de comorbilidad entre un trastorno psicológico y otra enfermedad, ya sea física o psíquica, al igual que el fenómeno de la cronificación, puede suponer una complicación en la evaluación y tratamiento, enmascarando los síntomas del trastorno principal.

Vemos que la ansiedad y los trastornos de ánimo son los problemas de salud mental más frecuentes, ¿una detección y tratamiento en las fases iniciales del trastorno ayudaría al paciente?

Aludiendo a la eficacia de la psicoterapia en el tratamiento de los trastornos emocionales, la terapia psicológica es eficaz independientemente del grado de intensidad/malestar o del momento del curso evolutivo en el que se encuentre el paciente. No obstante, a pesar de no establecer diferencias para los efectos terapéuticos de la psicología en función de la gravedad, el tratamiento de las psicopatologías en estadios avanzados resulta más complejo y dificultoso debido a una mayor cronificación de la sintomatología, a la ya habituación a conductas desadaptativas, a la presencia de un escaso grado de motivación o implicación del paciente en su recuperación, a la asunción de una perspectiva pesimista sobre el resultado de la depresión y presencia de expectativas negativas sobre la posibilidad de autorregulación del estado de ánimo.

En el caso de que el trastorno se presente en fase temprana, también puede ejercer una importante función el control percibido ya que, por ejemplo, en el caso del trastorno depresivo leve o trastorno adaptativo, la evolución o duración de la sintomatología es menor y, por tanto, el paciente puede interpretar la situación como algo novedoso y temporal que está en sus manos cambiar. De esta forma, los pacientes realizarán más esfuerzos de afrontamiento centrado en los problemas. Por el contrario, el trastorno depresivo mayor cuenta con una mayor evolución respecto a la variable tiempo y, en la mayoría de casos, empeoramiento de la enfermedad, lo que puede reducir el locus de control del paciente y fomentar la asunción del “papel de enfermo”, que ancla al paciente en la situación de vulnerabilidad.

¿Cuáles son los síntomas para que podamos detectar estos problemas antes?

En primer lugar, aludiendo a los síntomas del espectro depresivo, se considera de especial relevancia la presencia y detección de algunas de las siguientes manifestaciones durante al menos, dos semanas, con el fin de diagnosticar y tratar la alteración depresiva en los estadios iniciales del trastorno:

  • Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día durante casi todos los días
  • Disminución acusada del interés o del placer en todas o casi todas las actividades: anhedonia (información subjetiva o de la observación)
  • Pérdida o aumento del apetito o peso (cambio de más del 5%/mes)
  • Insomnio o hipersomnia casi a diario
  • Agitación o enlentecimiento psicomotor observable
  • Fatiga o pérdida de energía casi a diario
  • Sentimientos excesivos o inapropiados de culpa o inutilidad casi diario
  • Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión (subjetiva u objetiva), casi a diario
  • Ideas recurrentes de muerte o de suicidio

 

En segundo lugar, la ansiedad es una reacción emocional normal caracterizada por preocupación y tensión que se desencadena ante una situación percibida como estresante o ambigua, en la que hay percepción de peligro, de amenaza, o lo anticipamos. La ansiedad pasa a ser patológica y deja de ser adaptativa cuando:

  • La ansiedad es excesiva y desproporcionada a la situación. Se sobreestima la probabilidad de amenaza y las consecuencias temidas.
  • Interfiere en el funcionamiento diario y hay un deterioro en las áreas social, laboral y/o familiar.
  • Es persistente (al menos cuatro semanas) y recurrente.
  • Genera un alto grado de sufrimiento emocional.

 

Los trastornos de ansiedad son un patrón de comportamiento caracterizado por ansiedad patológica. Esta ansiedad patológica no tiene una fuente clara, aunque esta es principalmente cognitiva.

Muchas gracias, Sonia por tu tiempo y esperamos que esta entrevista, para terminar nos gustaría que nos explicaras que tal está siendo la estancia en nuestro Centro Medico Avenida Barcelona en Santiago. ¿Por qué te decidiste a instalar tu consulta con nosotros?

En primer lugar, debo destacar la gran profesionalidad por parte de todo el centro sanitario haciendo especial hincapié en Raquel, una persona increíble en su trabajo con un trato hacia el paciente, natural, cercano y empático e involucrada 100% en el crecimiento psicológico, profesional y personal del paciente. Trabajar con una persona que ejerce tu misma profesión, de la cual puedes aprender infinitud de cosas y desarrollar una labor colaborativa entre ambas, es un aspecto fundamental para mantener la motivación y disfrutar realmente de tu trabajo. Además, la presencia de otras profesionales dedicadas a la nutrición, a la fisioterapia y a la logopedia, le otorga un carácter multidisciplinar al centro, posibilitando la coordinación de recursos, algo imprescindible para el tratamiento, en ocasiones, de variedad de patologías psicológicas.

 

¿Aconsejarías a un profesional de la salud instalarse aquí?

Debido a los motivos expuestos en la pregunta anterior, considero este centro médico una oportunidad excelente para cualquier profesional de la salud, siempre y cuando, sus aspiraciones profesionales e, incluso, personales, trasciendan de motivos superficiales. Sin duda, es un entorno enriquecedor e ideal para llevar a cabo una labor sanitaria.

En líneas generales, ¿estás contenta con la decisión que has tomado en su día de instalar tu consulta con nosotros?

¡Por supuesto! Percibir el ambiente y las condiciones de trabajo como un entorno seguro, es fundamental para mi tranquilidad. Además, trabajar con profesionales con una larga trayectoria y cualidades personales positivas, hace que mi motivación y mis ganas de crecer profesional y personalmente, siempre esté presente.

Y nosotros también estamos encantados de contar con una profesional como tú dentro del Centro médico de Avenida de Barcelona, ¡muchas gracias!

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